jueves, 17 de enero de 2013

MOTORES PARA CRECER

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Motores para crecer
Ruben Szych
ART-COA-GOA-0002-Motores para crecer.pdf
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MOTORES
Por Lic. Ruben Szych
Los hombres carecen de alas propias pero han podido desarrollarlas con ingenio.
Cuando observamos el avión al cual vamos a ascender y advertimos la enorme
masa de varias toneladas, no podemos de dejar de preguntarnos como el
monumental aparato puede volar*.
El ser humano llegó a desarrollar esta formidable máquina luego de un enorme
trabajo que duro siglos. El deseo de volar fue un anhelo antiquísimo, ha sido un
reto a la imaginación, no se pudo convertir en realidad hasta 1903 porque se
carecía de la tecnología y los materiales adecuados para hacerlo. Lo que siempre
se mantuvo vigente fue el deseo.
El deseo persistente de los hombres por elevarse; fue el primer motor virtual del
avión; remontar vuelo, conquistar el aire, ver el mundo desde otra dimensión.
Este motor es un deseo imperioso; es una motivación interna - como todas las
motivaciones – y surgió por la observación de las aves que se elevaban,
excitando una ardorosa avidez de emulación.
Volar no es solamente para los pájaros; lograr una vida mejor; no es únicamente
para los otros. La metáfora es sugerente dado que levantar vuelo implica un
cambio significativo en el hombre considerando que el lastre es apreciable.
Lograr la metamorfosis - de hombre de tierra firme a hombre de aire - se
transformo en un desvelo para numerosos mortales; varios de los cuales, en el
intento de alcanzar la gloria, hallaron su final.
¡Que enorme potencia deben tener los motores para poner en el aire semejante
máquina! El invento del avión ha sido uno de los más grandes desafíos que el
hombre ha podido alcanzar. Los hombres poseemos motores orgánicos y
mentales, estos últimos se relacionan con las pasiones, deseos y necesidades.
Las personas poseemos motores universales y otros distintivos; aun los que
poseen motores afines, no los conservan simultáneamente encendidos; algunos
por decisión y otros por imposibilidad.
Los motores requeridos lo define la amplitud y el tamaño de la visión; cuanto
más grande y más amplia sea esta, más potentes y grandes deberán ser
nuestros motores; expresado con otra figura, el esfuerzo que deberemos realizar
estará directamente vinculado a la distancia y la magnitud del cambio que
anhelamos efectuar.
Tenemos los motores dispuestos, nos hallamos aerodinámicamente listos para
despegar, ahora debemos incluir dos elementos primordiales: combustible y la
meta.
* El primer vuelo con éxito fue precedido de siglos de sueños, estudio, especulación y experimentación.
Existían viejas leyendas con numerosas referencias a la posibilidad de movimiento a través del aire. Ciertos
sabios antiguos creían que para volar sería necesario imitar el movimiento de las alas de los pájaros o el
empleo de un medio como el humo u otro más ligero que el aire. Hacia el siglo V de nuestra era se diseñó el
primer aparato volador: la cometa o papalote. En el siglo XIII el monje inglés Roger Bacon tras años de
estudio, llegó a la conclusión de que el aire podría soportar un ingenio de la misma manera que el agua soporta
un barco. A comienzos del siglo XVI Leonardo da Vinci analizó el vuelo de los pájaros y anticipó varios diseños
que después resultaron realizables.
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El combustible representa la potencia con la que contamos para
extendernos; dependiendo en gran medida de nosotros mismos el margen
de dilatación de la expansión.
La meta es otro fundamento esencial, el punto de llegada, la atrayente y
espectacular visión del lugar al cual aspiramos alcanzar.
Uno de los motores del cambio personal se logra promoviendo una
representación interna de lo que nos agradaría que suceda, la visión debe
ser lo suficientemente atrayente para que el motor posea la potencia
necesaria para dominar la inercia y la resistencia para levantar vuelo.
Disminuir la visión por desconfianza a no disponer del combustible
necesario, o temer no encontrar la potencia pretendida de los motores;
ha resultado en general una estrategia incorrecta; no es eficaz constreñir
nuestras aspiraciones - buscando menos, frecuentemente se obtiene
poco - una acción inteligente - en esta cuestión - se centra en la
focalización de la mirada sobre el beneficio; Instalarse imaginativamente
en el espacio y el tiempo del logro consumado.
Es necesario encontrar un adecuado interés en el proceso, para producir
ideas creativas, con un bajo grado de automatismo; de lo contrario puede
resultar muy duro y difícil el transcurrir el cambio.
El esfuerzo para sostenerse requiere de un enérgico atractor; el mismo
tiene que vincularse con el beneficio. Sostener el proceso de cambio
requiere de un esfuerzo persistente y no se puede sustentar el logro sin la
clara comprensión del beneficio.
Los motores que nos ayudan a desplazarnos en el proceso de cambio, son
diferentes en cada individuo; para similares procesos de innovación se
pueden emplear diferentes motores a los que emplean otras personas.
Cada ser humano ha desarrollado en diferente grado sus inteligencias
– contamos con diferentes núcleos de inteligencia - de la misma manera
las personas pondremos en funcionamiento aquellos motores a los cuales
les otorgamos mayor confiabilidad, dado que conocemos su
funcionamiento.
* El día 17 de diciembre de 1903, cerca de Kitty Hawk, en el estado de Carolina del Norte, los hermanos
estadounidenses Wilbur y Orville Wright realizaron el primer vuelo pilotado de una aeronave más pesada
que el aire propulsada por motor. El avión fue diseñado, construido y volado por ambos hermanos,
quienes realizaron dos vuelos cada uno. El más largo fue el de Wilbur con 260 metros recorridos en 59
segundos. Al año siguiente continuaron mejorando el diseño del avión y su experiencia como pilotos a lo
largo de 105 vuelos, algunos de más de 5 minutos. En 1905 llegaron a recorrer 38,9 kilómetros en 38
minutos y 3 segundos. Todos los vuelos se realizaron en campo abierto, regresando casi siempre cerca del
punto de despegue.
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Seguramente cuando nos encontremos más consolidados vamos a poder
experimentar con otras alternativas aplicando el entrenamiento y la
práctica.
Aquellos motores que son unívocos para todos aquellos que decidan
iniciar el proceso de cambio son, la perseverancia y el desarrollo de la
visión anticipatoria, ambos resultan imprescindibles para iniciar e instalar
los cambios de manera dinámicamente estable en la conducta.
Es necesario controlar la ansiedad – resulta simple enunciarlo - ¿pero
como? En su manifestación más leve la ansiedad veda la posibilidad de
transitar por un proceso, genera una necesidad imperiosa por advertir los
resultados con inmediatez, a tal punto que la exigencia impide aceptar,
comenzar, o proseguir con la acciones.
La ansiedad en sus aspectos más benévolos, se manifiesta con reacciones
impulsivas, con pensamientos que fluyen de manera vertiginosa y
recurrente, las emociones gobiernan buena parte de la conducta, la
respiración se acelera, resulta difícil pensar con claridad. La ansiedad
brota cuando menos necesitamos de su presencia; en general en aquellos
momentos en los cuales estamos exigidos o bajo presión.
Se necesita modificar el mecanismo de autopercepción, estructurando un
nuevo círculo oficioso; emerger del presente – como cuando nadando
levantamos la cabeza del agua y recién allí podemos contemplar con
alivio que la costa se encuentra cercana - y transportarnos
imaginariamente un poco más allá, visualizando el beneficio – nos
encontramos reposando en la arena blanca, con el suave sol en la piel, la
respiración se serena y el cuerpo se sosiega – paulatinamente
comenzaremos a reconocer la capacidad de nuestros motores para que en
principio nos soporten y posteriormente nos propulsen hacia donde
pretendemos arribar.
Para situarse en el beneficio futuro se requiere entrenamiento - de menor
a mayor; resulta favorable comenzar con propuestas simples; pronto
conseguiremos realizar vuelos a destinos más distantes. Inexorablemente
debemos comenzar por un decoroso cabotaje.
Como se observa algunas emociones generan comportamientos y estos se
encuentran precedidos de una manera de pensar – estos se encuentran
ligados a nuestra historia, a la manera que aprendimos a dilucidar el
mundo que nos rodea – Cambiar implica revisar, cuestionar esta manera
primaria de pensar.
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Habiendo logrado la visualización; resulta conveniente establecer fases y
tiempos. Desde los hermanos Wright* hasta nuestros días ha habido un
avance paulatino, creciente y primordialmente continuo. El avión que
conocemos no nació así; a pasado por un proceso ineludible de desarrollo,
lo que se mantuvo firme a través del tiempo fue el deseo de lógralo.
Cuando comenzamos a transitar el proceso, descubrimos que el
esfuerzo, el continuo esfuerzo, tiene un sentido. Sin el propósito de
halagar el padecimiento, descubriremos que el esfuerzo - en esta
circunstancia - posee un valor gratificante en sí mismo.
Uno de los principios del cambio se centra en visualizar otras alternativas,
de una dimensión diferente a la conocida, permitiendo apreciar el
beneficio de algo distinto.
Para resolver la creciente complejidad la alternativa de ampliar nuestros
mapas mentales es una variable a tener en cuenta.
En verdad bien vale la pena darle una mayor y diferente potencia a
nuestros motores, nuestro desarrollo depende en gran medida de que los
mismos nos propulsen hacia donde pretendemos arribar.
Lic. Ruben Szych es Co-director de la consultora SM-consultores y asociados.
Profesor y Licenciado en Ciencias de la Educación. Psicólogo Cognitivo. Realizó Posgrados
en: Análisis Organizacional, Psicología social, Dinámica de grupos. Cursó estudios de
Marketing y actualmente en Neurociencias aplicadas.
Trabajó como Director comercial del Grupo Bauer, en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay,
México y EEUU.
Coach certificado por Joseph O'Connor (Lambent do Brasil), miembro de la Internacional
Coaching Community (ICC).
*Artículo con registro de propiedad intelectual: Prohibida su reproducción total o parcial sin la
autorización del titular por cualquier medio grafico o informático. Queda hecho el depósito que
previene la ley 11.723.
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