viernes, 26 de mayo de 2017

Es posible otra manera de pensar y lograr mejores resultados







Es posible otra manera de pensar y lograr mejores resultados


En el campo personal y organizacional, dadas las características del contexto, el nivel de exigencia e inmediatez para dar respuestas genera entre otras cuestiones un modelo reactivo, impulsivo,  individualista y de corto plazo.
Es imposible suponer que con estas características podemos articular empresas, ampliar el crecimiento personal y un desarrollo en general que resulte sostenible en el tiempo. Y si se alcanza bajo estas circunstancias es relativamente simple darnos cuenta que los efectos y consecuencias del logro tendrán un alto costo.
Es posible otra manera de pensar el éxito.


¿Tener la razón o lograr resultados?
Es una frase conocida, hace muchos años un maestro me propuso que pensara en dicha idea como posible respuesta ante una situación complicada con un integrante de mi familia, no dudé, lo que quería y necesitaba era lograr el amor y el equilibrio familiar. Para ello tuve que reinventarme, tomar lo mejor que podía de la historia y construir una versión mejorada de mi. 
Cuando las cosas mejoraron comprendí lo absurdo que es querer tener la razón a costa de lo que se puede inconscientemente destruir.  

Comprendí que la clave se encuentra en la palabra “luego”, porque "luego" temporalmente viene después de la palabra "ahora". Parece obvio, pero en la práctica esta situación es una de las variables que impide lograr metas básicas y otras complicadas…Imposibilita entre otras cuestiones mejorar nuestra calidad de vida y seguramente la de los otros.
Desde esta perspectiva “ahora” es la urgencia, es el aquí y ahora y que tiene como eje central el modo “supervivencia”.
Supervivencia que nuestro cerebro decodifica como vida o muerte y en realidad en nuestro contexto actual probablemente se trata del ego, ignorancia, vacío, inseguridad, omnipotencia y otras emociones. 
Este modo supervivencia percibido como de vida o muerte en nuestro mundo actual, deviene de un cerebro primitivo que necesitaba no dudar, de una “autoverdad” inmediata, porque la duda implicaba la muerte.
Hace muchos miles de años requeríamos de la no duda, decidir firmemente y en automático, porque solo algunos segundos de demora implicaban ser devorados por un depredador. Es importante decir aquí que el cerebro conoce tres mecanismos de respuesta ante situaciones complicadas: ataque, huida o parálisis.
Esto ocurría en el mundo natural, en el actual de cemento artificial, pensar distinto por parte de los otros es decodificado por nuestro cerebro no como ideas o abstracciones, sino como amenazas concretas. Se sienten como lanzas que pretenden perforarnos, entonces el instinto de supervivencia lo convierte en algo concreto...un peligro para la vida.
Si hay dudas al respecto, solo deténgase a recordar experiencias propias o de personas cercanas en relación a peleas por cuestiones afectivas, sociales, políticas, económicas, deportivas…y verá que ocurre en cualquier grupo etario, nivel económico o cultural. He visto peleas intensas que se iniciaron por suposiciones relacionadas a  dudas, sobre la propiedad de una idea.
En los varones puede manifestarse de manera más explícita, física y violenta, en las mujeres de forma solapada, pero también con una enorme intensidad, explosividad y duración en el tiempo.
Una de las variables que permite generar un nuevo hábito para soportar o reprimir “mi verdad” y hacer foco en los resultados pasa por “visualizar”el resultado, experimentar aunque solo sea por unos segundos el beneficio del logro…lo que vamos a conseguir...lo que podemos  llegar a "ser".
Visualizar, experimentar, sentir, gozar del logro, del resultado, que puede significar un abrazo prolongado, una reconciliación, aplacar el estrés, desarrollarse profesionalmente, sentir más paz en el cuerpo y en el alma…y otras tantas posibilidades…
Esta imagen la relaciono con una de las expresiones que aprendí en Neurociencias:
 “Placer de corto plazo en muchas ocasiones genera un dolor de largo plazo y un dolor de corto plazo puede implicar placer de largo plazo”.
La relaciono  porque en muchas oportunidades “mi verdad” representa una necesidad imperativa, un impulso que si podríamos restarle un poco de pasión, descubriríamos que enmascara otras cuestiones, que necesitan una expresión inmediata que podemos relacionarla con el placer, como una autosatisfacción, que en realidad no cambia en profundidad nada de fondo y no va más allá de un corto y breve espacio de complacencia, en muchos casos solo para mantenerse en un estado de falso confort.
En muchas oportunidades “la verdad” y la “contra verdad” (objeto de la tensión) tienen mucho en común. Ocurre que esa tensión impide descubrir los puntos de acuerdo. La  electricidad  oculta lo no dicho, aquellas situaciones que expresan intereses contrarios.

Se genera una ceguera que se impone en un intento de la imposición de la verdad. Funciona  como un telón pesado, que impide poder trascender el corto plazo. Un cortoplacismo que impide mirar las consecuencias que provocará el “ganar” de nuestra verdad. 
Un ganar con efectos colaterales imposibles de ver, cuando estamos secuestrados por la emoción de lo primitivo y la supervivencia.
Va más allá de no percibir los siguientes escalones, es un ganar a lo “Pirro” (La historia de Pirro, cuando ganar es perder), tiene que ver en casos más graves con la imposibilidad de advertir otras consecuencias de diversa índole que se  producirán en el mediano y largo plazo por esta imposición de mi verdad.

Transformar “mi verdad” en posibilidades de desarrollo

En muchas circunstancias hay que reprimir la verdad en pos de otros objetivos más valiosos. Incluyo dentro de lo valioso, la salud, la trascendencia, la perdurabilidad, el crecimiento sostenido…otras. 
Por supuesto que también “mi verdad provocará otros costos a pagar…quizás no en lo inmediato. Siempre se paga un precio, la idea, es  intentar con madurez y equilibrio pagar los menores costos posibles.
Uno de los aspectos de la madurez es aprender a distinguir cuales batallas dar y cuáles no. Tener también consciencia de las posibilidades, Distinguir la potencia disponible y comprender que hay elementos de la realidad que van mucho más allá de mis posibilidades…estas ideas no se inscriben en la resignación, sino en las alternativas de logro.
Una agencia de publicidad norteamericana adoptó como lema de identidad la siguiente idea:
 “Vamos a tocar las estrellas con las manos, nuestro propósito es estirarnos al máximo de nuestras posibilidades y el secreto pasa por no despegar los pies de la tierra”.
Cuando lo escribo me resuena la idea de la potencia…amplificar nuestra potencia. No olvidemos que el omnipotente encierra la misma esencia que el impotente: la inseguridad. El primero negándola, yendo por todo (en general tarde o temprano se termina estrellado) y el segundo sin siquiera poder intentarlo.
Las dos caras de una misma moneda, la omnipotencia y la impotencia encubren la inseguridad. Nuestro equilibrio y desarrollo se estructura cuando podemos internalizar la idea de que la fuerza reside en descubrir lo que se encuentra entre las dos caras: “nuestra potencia, única, propia, no comparativa con otras, “posibilidad pura”…nuestra potencia.
Cuando comenzamos a internarnos en la energía de la potencia, aceptando nuestro coraje, inseguridad, temores, posibilidades, podemos dejar de apoyarnos en nuestra imposición de la verdad. Sobre todo en nuestra necesidad de creer en nuestra verdad.
Cuestionarnos nuestra verdad para poder pasar a una etapa superior, que es la de intentar escuchar e intentar empatizar con lo otro, el otro, a los otros… todo aquello que se encuentra fuera de mí. 
En la mayoría de los casos el otro no es un enemigo, solo es alguien con sus propias construcciones mentales, inseguridades, ego…que también necesita para constituirse poder imponer su verdad. Es  alguien o algunos  que tampoco pueden permitirse escuchar por sus propias imposibilidades y límites.
La construcción e integración de la inteligencia emocional y las neurociencias aplicadas (que es la base de este escrito), implica poder, a pesar de la pasión que nos invade, correrse de la supervivencia e ingresar en el campo de la trascendencia.
El pasaje de la supervivencia a la trascendencia es muy difícil al principio, pero por lo que observé con mis coachés a través del tiempo, el cambio se va articulando con la práctica y paulatinamente se transforma en una manera de estar y ser en el mundo.
Cambio que se expresa pudiendo escuchar sin rebatir y a pesar de no compartir lo que se plantea, permitir por unos momentos bajar los impulsos y poder descubrir que lo que está en juego no se dirime en una sola jugada.
Aprender a reconocer que la partida es larga y desde una perspectiva más amplia, salir de lo urgente, del aquí y ahora  y poder preguntar (sin ironía),  para qué,  hacia donde...
Y podemos seguir preguntando y que también nos pregunten, intentando explicar, incluyendo las palabras creo, siento, me parece, otras alternativas…ocurre entonces que se puede generar otro clima, otro tiempo, otro espacio…sin intentar cerrar ni acelerar las conclusiones ni los resultados…ampliar la mirada...propongo que al leer este escrito amplíes tu mirada antes de abrir un juicio relacionado a lo posible...

Pasar de una teoría de la “verdad” a una tentativa de encuentro, complementariedad, aceptación, ceder y que cedan…entonces allí se abre un campo de alternativas y posibilidades.