Gunthard Weber (y 2): constelaciones que no lo son, intervenciones
sistémicas y el lugar del facilitador
Ayer noche Bob Dylan tocó en directo en San Sebastián. Según me cuenta mi
amigo Paco, que acudió presto a escucharle a la plaza de toros de Illumbe, eso
fue lo que hizo literalmente. Ni un hola, ni un adiós, ni un comentario, ni la
más mínima relación con el público que no pasara por sus canciones.
Hace unos años tuve oportunidad de
escuchar en Bilbao a otro de los grandes de la música, Van Morrison.
Y más de lo mismo. Salvando una buena bronca que le echó en pleno escenario a
uno de sus músicos, ni una palabra dirigida al público entregado que le fue a
escuchar.
Lo de Guntard Weber no es la música
sino la consultoria y la psicoterapia, aunque incluso nos cantó en más de una
ocasión. También supera los 70, como los dos primeros. Y, al igual que ellos en
la música, es el pionero de un estilo de trabajo en las organizaciones
utilizando las constelaciones. Sin embargo, su actitud, su manera de estar no
puede ser más opuesta. En continua interacción con quienes le escuchábamos, nos
hizo sentir especiales. Cuidados y respetados. Fue un placer experimentar su
inmensa humanidad, más allá de la “música” que tocaba, y mira que toca bien. Su
sabiduría se hizo mucho más grande con su humildad.
En el anterior post daba algunas pinceladas de la primera
jornada del taller que ha impartido en Bilbao de la mano de Emana. Continúo con ideas que me llegaron
de la segunda y última.
Gunthard, que impartió en taller en
alemán con una extraordinaria traducción consecutiva al castellano, nos explicó
que la palabra que denomina a las constelaciones en ese idioma (el primero en
que se definieron como concepto) significa “poner en el espacio”. Fue en su
traducción al inglés cuando se utilizó “constelation” y a continuación en
castellano, adoptando la referencia inglesa, en lugar del original alemán.
Total, que hemos acabado con un termino con connotaciones exotéricas para un
concepto mucho más fenomenológico, descriptivo de lo que se hace cuando
“constelamos”: colocar a elementos en el espacio, generando una configuración
espacial de la imagen que tiene el cliente del asunto que quiere trabajar.
También me pareció clave,
especialmente viniendo de la persona que inició la utilización de las
constelaciones en la organizaciones, su diferenciación clara entre enfoque
sistémico y constelaciones. Para Weber, las constelaciones en sí mismas no son
sistémicas. Son un instrumento que se puede usar desde un enfoque sistémico o
no. En concreto, para él, la forma en que Hellinger las utiliza no refleja un
planteamiento sistémico.
La teoría sistémica, abundó, trata de
las relaciones de los elementos del sistema y su reciprocidad. De patrones que
se repiten, de procesos circulares recurrentes en el sistema. El contructivismo
le añadió la referencia al observador. Las cosa son como las observamos, no las
observamos como son. Desde ese marco teórico se fue desarrollando la terapia
sistémica y la consultoría sistémica. Autores como Maturana y Varela, Bateson,
Luhmann, la escuela de Palo Alto, la de la terapia familiar de Milan,…. Son un conjunto
amplio de desarrollos teóricos y meteorológicos que caracterizan la manera de
intervenir sistémica. Y desde ella se pueden utilizar las constelaciones o no,
es decir, hay intervenciones sistémicas sin utilizar la herramienta de las
constelaciones. Y, a su vez, utilizar una constelación no es en sí mismo
indicativo alguno de que el facilitador esté trabajando desde un enfoque
sistémico.
Más allá de sus palabras, resultó muy
instructiva la manera de estar de Weber cuando trabajaba con los clientes que
trajeron casos al taller. Sin embargo, también las palabras que utilizó para
explicarlo fueron clarificadoras: es necesario centrarse siempre en la pregunta
que el cliente ha planteado, en lo que es su interés. El facilitador tiene que
vigilar su curiosidad, que le puede llevar a explorar caminos que no aportan a
la pregunta que el cliente ha planteado. Así mismo, hay que estar atento a no
inventarse nuevas preguntas, nuevos problemas, que el cliente no ha formulado.
Como diría Georg Senoner, bastante problema tiene ya el cliente como para
que nosotros le planteemos otros nuevos.
Subrayó la importancia de sentir
amor, al menos simpatía por el cliente. Mirarlo en su singularidad, en lo que
tiene de único. Centrarnos en lo que hay en él que está esperando para
realizarse, para desarrollarse. Esa actitud sincera y sentida, fortalece al
cliente y le hace sentirse reconocido y, desde ahí, puede llegar a abrir su
alma.
Así mismo, cuando el facilitador
aconseja ha de tener cuidado de no posicionarse demasiado al lado de los
cambios. Inclinarse en exceso en esa dirección puede llevar al cliente, en una
reacción muy sistémica, a rechazar con más fuerza los cambios. Siempre hay que
preguntarse si es el momento de los cambios o hay que esperar aún un poco. Y en
ese marco, dar un mensaje explícito de respeto y de aceptación a que el cliente
se quede donde está.
Cuando sientes que tiene que
esforzarte mucho para provocar el cambio ten cuidado, eso es ya una señal de
que quieres algo diferente a lo que quiere el cliente. Y será una buena idea
volverte a preguntar a ti mismo qué es lo que quiere el cliente.
Me parece apropiado aclarar la distinción; Sistema, Sistémico, no entender la dimensión operacional de los sistemas, puede llevar a una total confusión, al tratante y más al cliente.
ResponderEliminarNosotros aportamos la mirada sistémica desde la neurobiología, y nos alejamos de la concepción cibernética de la información, sabemos que no existe un traspaso de información o fluir de energías, cosas como esas, se pueden aceptar en el dominio de lo metafísico, no en la biología.
Es un aporte del autor, orientar a las personas que desean entender los sistemas.
Gracias
Muchas gracias Esteban, muy pertinente tu aclaración. Abrazo
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